El fenómeno televisivo sin precedentes que es Belén Esteban se ha
producido por la confluencia de unos factores. Ya analizamos uno de ellos, la
cercanía que transmite al público con su forma de expresarse y con su forma de
enlazar los grandes temas de la vida con la suya propia.
Hoy analizaremos otro(s) de esos factores.
Es interesantísimo el estudio Formatos Híbridos y
melodrama en televisión: el caso de Belén Esteban como heroína postmoderna, realizado
en el año 2005 por María Lamuedra, de la Universidad de Sevilla. En él observa
cómo se originó el fenómeno, lo relaciona con los géneros del melodrama,
la telenovela y la tele-realidad, y lo analiza de manera tan certera que poco
podríamos añadir, tal vez solo como, lejos de diluirse, el personaje ha
adquirido en los últimos años unas dimensiones inusitadas.
La historia de Belén es un ejemplo más de cómo la realidad supera
la ficción: una chica de origen humilde enamora a un hombre de fortuna, y al
ser humillada por la familia de este, se va, llevándose el fruto de su amor, y
jura vengarse. Se convierte en una mujer dura e implacable, y comienza a
ascender hasta superar a su ex, mientras ve como por malentendidos y despecho,
él se une a una mujer pérfida que se libra de la cárcel por pelos. En el
culebrón típico, el final sería feliz, con la reconciliación de la pareja
protagonista y la “mala” entre rejas.
En ese estudio, la autora remarca la diferencia entre el culebrón
clásico y el moderno, que incorpora elementos socio-económicos y culturales de
la realidad, y, acercándose aun más a la vida real, las soap
opera, que no tienen un final, sino que van evolucionando a la vez que
la sociedad a la que van dirigidos y pueden llegar a eternizarse. Esta variante
encajaría mejor con el desarrollo posterior de esta historia.
Señala además el componente de reality show que
también está presente en el fenómeno televisivo de Belén, aunque la autora lo
relacionó con su labor como comentarista de estos programas. Sin embargo, con
posterioridad a la publicación de su tesis, este componente se ha llevado
muchísimo más allá de lo esperado: actualmente y desde hace ya tres años, en su
programa Sálvame se hace un seguimiento diario de sus
vicisitudes y conocemos al dedillo y narradas por la protagonista las penas y
alegrías que van marcando su vida.
La conjunción de estos dos componentes, estos dos formatos
televisivos de gran aceptación, ya garantizaría el éxito del personaje, pero
además la autora explica cómo estos géneros propician el debate público sobre
cuestiones sociales y culturales de nuestra época, y la exposición de
diferentes formas de entender las cosas. En el caso de Belén, el debate que se
genera alrededor de su persona(je) va desde los cambios en la estructura
familiar clásica a la igualdad social y la meritocracia.
Y en relación con esto, también señala el rechazo de las clases
medias y el favor de las bajas hacia este personaje: las primeras, a la
defensiva, temerosas de perder su poder social, las últimas satisfechas al ver
en ella un símbolo de la igualdad de clases.
Sin embargo, esto no es un logro de la lucha de clases, sino una
consecuencia del orden neoliberal capitalista que rige la sociedad de consumo
en que vivimos, en la que prima más la ley de oferta y demanda que los valores
en vía de caducidad del mérito y el esfuerzo, y donde se posibilita el acceso a
áreas hasta hace poco vetadas a gente de nivel sociocultural bajo, si lo que
ofrece tiene un interés y una demanda.
Finaliza la autora su estudio con una cuestión clave y muy
aclaratoria: ¿telebasura o entorno basura?
Pensémoslo.